jueves, 17 de febrero de 2011

¿Vale la pena de verdad?

Desde hace 18 días jóvenes integrantes de la plataforma estudiantil Juventud Activa Venezuela Unidad Caracas (JAVU) iniciaron una huelga de hambre en apoyo a los presos políticos. Con esto los Jóvenes estudiantes buscan que el  gobierno otorgue el permiso que permita la visita del secretario  General de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Inzulsa, para que evalué el caso de los derechos humanos violados a los presos políticos, en apoyo a la jueza Afiuni y el diputado electo José Sánchez, a quienes aseguran se les viola sus derecho.
A esta huelga manifestada en primer momento por los jóvenes estudiantes de Caracas, seguidamente se unieron jóvenes de los estados Carabobo, Táchira, Falcón, Anzoátegui, Bolívar, Mérida, Delta Amacuro, y Lara; hace tres días se sumaron los estudiantes del estado Zulia quienes en conjunto y apoyo a los demás se mantienen firmes en el ayuno, cuentan con el apoyo de  la sociedad civil, familiares y compañeros de clase.
Este tipo de manifestaciones puede que sea para muchos la salida de la terrible situación que se vive en el país, pero para otros es simplemente un “show montado” y que nunca será bien visto o evaluado para dar la respuesta que muchos de los manifestantes desean recibir.
¿Quién no conoció y escucho el caso del señor Franklin Brito?, el cual en defensa de sus propiedades y por no querer que le arrebataran sus bienes, se aferro a una huelga de hambre que solo termino acabando con su vida y enluto a su familia. ¿Quién no ha conocido de casos como este? Y ¿qué respuesta han obtenido?, solo un gobierno sordo que no le gusta escuchar las protestas que la gente hace en su contra.
Protestas como estas solo pueden ser escuchadas en países donde de verdad se vea y se respete a la oposición, donde se crea en la democracia y donde se respete la vida del otro. Este tipo de protestas funcionan donde de verdad se vele por el bienestar de todos los ciudadanos aunque este no sea partidario del gobierno, sea negro, blanco, rojo o azul. Pero en un país donde se burlen de las opiniones de los demás, donde no se escuche la opinión del otro, donde hasta la asamblea nacional con sus diputados parezca un “gallinero” allí no cuenta dialogo, ni hay huelga que valga.
Es buena la intención, pero de que vale la pena si esto termina por acabar con la vida de muchos que quieren vivir en libertad.